Pastas de té

¿A quién no le gustan las galletas de mantequilla? De hecho, ¿a quién no le gusta la mantequilla? Como bien decían en July & Julia, todo sabe mejor con mantequilla. Vale, no es lo más sano de este mundo pero... un poco, y de vez en cuando... Aunque seguramente estaréis pensando: "si son galletas de mantequilla, de poco nada". Y yo tendré que decir: "¿pero están buenas, o no están buenas?" Y es que, como todo, de vez en cuando y en cantidades moderadas, no hace daño.



Así pues, aquí tenéis la receta del mejor acompañamiento para una taza de té, el desayuno, la merienda, la cena... para lo que queráis. En mi caso, para las largas horas de viaje que me esperan mañana.


 Ingredientes:


- 250 gr de mantequillaIngredientes para preparar pastas de té de mantequilla


- 125 gr de azúcar glass


- 350 gr de harina


- 2 yemas de huevo


- 1 cucharadita de azúcar avainillado


- Chocolate, almendras, mermelada... para decorar


 

 

Elaboración:

Masa para hacer pastas de téBatimos, con la ayuda de unas varillas, la mantequilla en pomada, las yemas de huevo, el azúcar glass y el azúcar avainillado. Entonces, poco a poco, iremos incorporando la harina. Llegará un momento a partir del cual tendremos que seguir a mano. Una vez la masa no se nos pega a las manos, amasamos bien, hacemos una bola, y la dejamos en el frigorífico durante una hora, envuelta en papel film.


Pasado este tiempo, sacamos la masa del frigorífico y la estiramos con un rodillo hasta que tenga un grosor de entre medio y un centímetro (medio es poco y uno demasiado). Vamos haciendo las galletas con la ayuda de un cortapastas y las colocamos sobre la bandeja del horno. Las adornamos como queramos y las metemos en el horno precalentado a 200ºC durante 5-10 minutos, hasta que empiecen a coger color. Entonces las sacamos y unos minutos después las pasamos a una rejilla para que terminen de enfriarse. Terminamos de decorar, si es que queremos y ¡listo!


Pequeños consejos:


Pastas para hornear


Es absolutamente fundamental que NO derritáis la mantequilla, sino que ésta se encuentre en punto de pomada. ¿Por qué? Porque si la mantequilla está líquida y caliente, admitirá más harina y perderá ese delicioso sabor de las auténticas galletas de mantequilla.


Por el mismo motivo no hemos de dejar que se doren las galletas, pues se secan y no saben y igual.


¡Ah! ¡Y no las pongáis muy juntas en la bandeja porque luego se pegan!


 Al gusto:


A la hora de decorar no tenéis más que echarle imaginación: virutas de chocolate, un baño de chocolate fundido, mermelada, azúcar moreno, almendras troceadas, almendras enteras, virutas de colores... Vamos, lo que os plazca.


Catástrofe de hoy:


Pues que no aprendo. Siempre saco alguna tanda de galletas del horno demasiado dorada. Hay que estar muy pendiente, y me lo propongo, pero...


¿Apreciáis la amplia gama de tonos dorados?

Empanada criolla o argentina


¿A que me echabais de menos? Lo sé, lo sé. Yo también a vosotros.

Siento tan larga ausencia, pero entre el verano en el pueblo, sin internet, y luego, los exámenes de septiembre... imposible escribir. Algo he cocinado, claro, pues el aire no alimenta, pero demasiado escasa de tiempo he andado para ilustrarlo.




Había estado pensando en hacer alguna receta espectacular para mi regreso, pero al final me he decantado por una simplemente deliciosa: la empanada criolla. Después de haberla probado en un restaurante argentino, supe que esa receta iría a parar algún día a mis fogones. No deja de ser una empanada de carne, pero dista de las habituales por aquí en dos aspectos: las especias y las aceitunas.

Son jugosísimas y, porque acaban llenando un poco,  que si no, como pipas.

Ingredientes:

- 20 obleas para empanadillas grandes (o más)

- Aceite de oliva virgen extra

Para el relleno:

- 400 gr de carne picada mixta

- 2 cebollas medianas

- 2 cebolletas pequeñas

- 1 pimiento rojo

- 2 huevos

- 12 aceitunas verdes

- Vino blanco

- Sal

- Aceite de oliva virgen extra 




Para el adobo:

- 1 cucharadas de pimentón

- 1/2 cucharada de ají molido

- 1 cucharada de comino

- 2 dientes de ajo

- Vino blanco

- Sal

- Pimienta negra

Elaboración:

La noche anterior haremos lo siguiente: majamos los ajos en un mortero con las especias del adobo, diluimos con un poco de vino, salpimentamos, mezclamos bien con la carne y la dejamos en la nevera bien tapada para que macere.



Ahora, lo primero que hay que hacer es dorar la carne sin que se haga del todo en un poco de aceite y reservar. Mientras tanto, cocemos los huevos.

Entonces, picamos bien las cebollas y las cebolletas y ponemos a rehogar en una cazuela con aceite. Picamos también el pimiento y lo añadimos. Una vez tenemos bien pochada la verdura, salamos y añadimos una buena chorretada de vino blanco. Dejamos que se evapore un poco el alcohol y añadimos la carne. En cuanto esté hecha la apartamos del fuego, pues interesa que esté jugosa.

Mientras dejamos que se vaya enfriando, picamos las claras de los huevos y las aceitunas y mezclamos bien.



Una vez listo (y frío) el relleno, disponemos una cucharada de éste sobre cada oblea y cerramos sellando con un poco de agua y un tenedor los bordes. Cuando tenemos todas listas, calentamos abundante aceite en una sartén y las freímos sin amontonar hasta que quedan doraditas. Escurrimos en papel de cocina y ¡listo!



Pequeños consejos:
En ningún momento debéis dejar que, ya sea la carne, ya las verduras, se sequen, pues si algo caracteriza a las empanadas argentinas es su jugosidad, de modo que mucho cuidado.

Por otra parte, os recomendaría que el pimentón que uséis sea dulce, y no picante, pues el ají ya tiene lo suyo.

Al gusto:
Podría deciros que si no os gusta alguna especia la quitéis, o las aceitunas, etc. etc. etc. Y podéis hacerlo perfectamente. Pero, lo que no podréis hacer será llamarlas empanadas criollas, pues estaréis engañando vilmente a los comensales.

Y si queréis hacerlas aún más auténticas, podéis comprar lomo de ternera, y en lugar de pedir que os lo piquen, trocearlo finamente en casa con un cuchillo bien afilado.

En cuanto a la masa, si es hecha en casa mejor, pues además absorberá mucho menos aceite que las compradas.

Catástrofe de hoy:
Nada grave, la verdad, excepto porque iba a llevarlas a una cena las acabé de milagro. ¡Ojo! ¡Que no fue falta de previsión! Sino que al ir a hacerme una radiografía, la muchacha se largó. Y para colmo, la tía, cuando vuelve después de media hora (y tras haberme dicho previamente: un segundo ¿vale?)me suelta: es que es mi cumpleaños y estaba comiendo tarta, ya sabes. Creo que debió de comerse un par.


Fotos para abrir boca: