Hacía muchísimo tiempo que no preparaba esta salsa, pero muchísimo, y eso que me encantó. Lo que pasó es que después me olvidé completamente de ella, y como no es muy común, no me he topado con nada que me la recordara.
Cuando la hice aquella vez también fue para acompañar unas albóndigas y variar un poco, pues normalmente las preparaba con tomate, y esta vez he hecho lo mismo. Es ligerísima y tiene cierto dulzor, lo cual la hace ideal para acompañar prácticamente cualquier cosa, pero especialmente carnes. Además el color que le da la remolacha es espectacular.
Ingredientes (para 1,5 l):
- 4 cebollas grandes
- 1 remolacha grande cocida
- 2 dientes de ajo
- 2 hojas de laurel
- 100 ml de vino blanco
- 1/2 pastilla de caldo de carne
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharada de azúcar
- 3 cucharadas de vinagre de Módena
- Aceite de oliva virgen
- 1 litro de agua
Elaboración:
Troceamos los dientes de ajo y los ponemos a sofreír en una cazuela con aceite de oliva virgen. Cortamos las cebollas en juliana toscamente y las añadimos. Echamos la sal y cocinamos a fuego medio y con la cazuela tapada durante 15 minutos.
Pasado ese tiempo, agregamos el azúcar y el vinagre, y 5 minutos más tarde, la remolacha troceada y el vino blanco. Dejamos que se haga durante otros cinco minutos, tras lo cuales incorporaremos el agua, las hojas de laurel y la pastilla de caldo de carne. Cocinamos a fuego fuerte 20 minutos más y la trituramos.
Si la queremos más espesa, dejamos que hierva durante más tiempo y ¡listo!
Pequeños consejos:
Tened cuidado al sofreír, no vaya a ser que se os queme el ajo o la cebolla, pues le daría un toque un poco desagradable a la salsa. Al pochar la cebolla con la cazuela tapada, se hace antes y mantiene la humedad, dificultando así que acabe quemándose, pero no hay que dejar de vigilarla y darle vueltas de vez en cuando.
Si no queréis que tenga grumos, coladla después de triturarla para aseguraros.
Al gusto:
Como ya he dicho antes, dependiendo de si la queréis más o menos líquida, primero, echáis más o menos agua, y al final, la hervís durante más o menos tiempo. Como yo la he hecho para acompañar unas albóndigas de carne, que normalmente son bastante densas ya de por sí, he preferido hacer una salsa más ligerita, pero como me ha sobrado bastante, probablemente le pegaré un buen hervor para acompañar un buen plato de pasta casera.
Lo que también podéis hacer para darle cuerpo es añadir un brick de nata para cocinar.
Catástrofe de hoy:
Mmm... creo que nada.
Fotos para abrir boca:
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[...] sé si os acordaréis de que cuando publiqué la receta de la salsa de cebolla y remolacha, os comenté que la había usado para acompañar unas albóndigas de carne; pues aquí tenéis la [...]
ResponderEliminar[...] Y ni que decir en cuanto al acompañamiento: con verduras, tomate, boloñesa, salsa de piquillos, salsa de cebolla y remolacha… [...]
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