Hasta hoy no es que me entusiasmara demasiado el tiramisú, la verdad. Me gustaba, pero no me entusiasmaba. Pensaba: me gusta el café, me gusta el queso, me gusta el bizcocho... Pero la mezcla... Bueno, el caso es que, a sabiendas de que a cierto sujeto sí, decidí no ser egoísta e intentarlo.
Busqué la receta en internet. Leí miles y miles de ellas, y todas eran parecidas, de modo que me quedé con la idea general e hice lo que me vino en gana. Bueno, con cierto criterio, no sea que penséis que hago las cosas al tun tun.
Y después de comerla, queda demostrado que cuando haces las cosas tú mismo, saben diferente, saben mejor. Desde hoy puedo decir que no me gusta el tiramisú: me encanta.
Ingredientes:

- Una tarrina de queso mascarpone
- Una tarrina de queso Philadelphia
- 200ml de nata para montar
- 3 huevos
- 5 cucharadas de azúcar
- Una tacita de café fría (cargadito)
- Una chorretada de Cointreau
- 1 cucharadita de azúcar avainillado
- Cacao y café en polvo para decorar
Elaboración:
Empezamos por mezclar el café frío con el Cointreau y una cucharadita de azúcar. Reservamos.
Separamos las yemas de las claras y batimos las primeras con la mitad del azúcar y el azúcar avainillado hasta obtener una mezcla blanquecina y algo espumosa. Añadimos las tarrinas de queso y batimos.
Montamos la nata y, aparte, las claras con el azúcar restante y una pizca de sal.
Agregamos a la mezcla inicial la nata y después las claras montadas a punto de nieve. Lo hacemos de forma suave y envolvente para que no se nos bajen.
Ahora procedemos a montar la tarta: pintamos una plancha de bizcocho con la mezcla del café hasta que queda bastante empapado, echamos un tercio de la masa, espolvoreamos con cacao y café en polvo mezclados y repetimos la operación hasta acabar con una capa de masa bien espolvoreada por encima. Metemos al frigorífico y en unas horas ¡listo!
Pequeños consejos:
Lo primero: que las dos tarrinas sean de queso mascarpone. Yo he usado philadelphia porque la tenía en el frigorífico y no soy muy de untar. Queda bien, pero el sabor a queso es más suave.
Luego, para montar la nata, tiene que estar bien fría (yo la he metido en el congelador un rato antes de usarla) y los huevos a temperatura ambiente (lo más cómodo es utilizar una batidora de dos varillas si se tiene, y si no, paciencia). Es importante el detalle de agregarlos con movimientos envolventes y delicados para no destruir las burbujas de aire que hemos formado al montarlos y pierdan volumen.
Por otra parte, hay que tener cuidado de no pasarse empapando el bizcocho porque correríamos el riesgo de que se deshiciera.
Otro consejo es que utilicéis un tamiz o un colador para espolvorear y que no queden montoncitos de cacao.
En cuanto al tiempo en el frigorífico: cuanto más mejor. En un par de horas se habrá enfriado y estará perfectamente comestible, pero si la dejamos hecha la víspera, el bizcocho habrá "chupado" el sabor de la crema y estará más jugosa.
Al gusto:
Hay varias formas de hacerlo. Lo más común usar bizcochos de soletilla en lugar de planchas de bizcocho y, de hecho, puestos a usar bizcocho mejor que sea casero a comprarlo; pero es una bendición cuando no dispones de demasiado tiempo.
En cuanto a usar nata o no, o más o menos queso... depende de cada uno. Yo he preferido usar bastante queso para intensificar el sabor, y algo de nata para añadirle a la crema más volumen y esponjosidad que los que le aportan ya las claras de huevo.
Por otra parte, podría ser una buena idea intercalar chocolate negro rallado entre capa y capa, y decorarlo con unas virutas además del cacao en polvo.
Catástrofe de hoy:
Resulta que tengo la desgracia de pecar de despistada, y en la cocina no iba a ser menos. Por ejemplo, se me suele olvidar que dejo cosas al fuego, en el horno... Hasta el momento no ha ocurrido nada, pero... mejor toco madera (estoy tocando, no creáis que no).
En esta ocasión se me ha olvidado empapar la última plancha de bizcocho. Al final no ha sido demasiado grave, puesto que como la hice anoche, para la hora de desayunar ya se había empapado del sabor de la crema y el toque de café ya se lo daban las otras dos planchas (que a lo mejor me pasé empapando, pues se deshacía un poco). Menos mal que en el equilibrio está la clave, aunque no haya sido premeditado.
A cierto sujeto dice.
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